La reingeniería es un proceso de revisión básica de métodos, estratégicos, misionales y de apoyo, para lograr la mejora continua y control de gestión de una empresa. Los objetivos de la reingeniería incluyen el aumento de los beneficios empresariales, la ventaja competitiva en el mercado, servicio y rapidez, imagen pública y un análisis “SWOT”.
Las grandes firmas hoy en
día ya no se consideran firmas sino más
presuntuosamente empresas de “servicios globales integrados de soluciones de
negocios”, para mejorar su ventaja
competitiva han incursionado en el área
legal, con el fin de ofrecer servicios legales muchos más económicos a sus clientes
corporativos , al no estar sujetos al sistema de pago por horas que usan
algunas las firmas de abogados a nivel nacional e internacional, es decir, las
firmas multidisciplinarias están cobrando montos fijos por los servicios que
ofrecen.
Todos los esfuerzos de las firmas
deben estar orientados a cómo ser más competitivos, intentando cada día
avanzar, excederse en sus servicios con más y mejor.
Hay firmas que no dan la talla
con la competencia del mercado y se
perturban y atascan en reestructuraciones, reingeniería de procesos y planes de
acción. Los resultados son tan negativos que solo logran justo el efecto contrario.
Algunas firmas en periodos donde
la mano invisible los afecta, buscan recortes que disminuyen su capacidad
competitiva. La capacidad operativa de la firma para lograr buenos resultados es lo que
saca a las firmas adelante.
Quizás esto no ocurra en nuestras
empresas, pero en periodos de crisis algunas firmas se obsesionan con la reducción de costos como
herramienta prioritaria para mantener la competitividad.
Relata Paco Muro que en un
periodo de cierta recesión económica, una empresa con una nómina bastante
grande, tras unos años de beneficios, se planteó el reajuste de personal para
facilitar su supervivencia.
El Insecto S.A.S. después de un justo análisis comprobó que la forma más eficaz y
rentable de reducir costos era eliminando una de las seis patas que tenía el
Insecto S.A.S., pues algo se debía hacer y ahora aquella pata ya era necesaria.
Total, con cinco patas la Insecto seguiría trabajando normalmente.
Así lo hicieron y fue un éxito
que le permitió ir más rápido durante un tiempo, que aprovecharon para seguir
con una severa política de restricciones moderadas. Sin embargo, la recesión
duro más de lo previsto, y, ante la falta de expectativas positivas, la
dirección planteo hacer un nuevo cambio para ser cautelosos. Esta vez tardo
menos la dirección en decidir: ¡quitemos otra pata! Hubo total unanimidad de
los ilustrados, al ritmo de marcha actual no parecería preciso mantener las
cinco patas.
Con sus cuatro patas el Insecto
continúo su camino como pudo. En pocos meses
el rendimiento del Insecto S.A.S. bajó,
había tensión y agotamiento de los directivos, y lo que parecía la solución
prudente para la recuperación segura se
convirtió en un retroceso. Ante esta situación había que tomar decisiones más
enérgicas.
-¿Qué hacemos?, preguntó el
presidente.
-Pues quitarle otra pata a la Insecto,
respondieron los directivos.
Así lo hicieron, impulsados por
la tradición de recortar en cuanto las cosas no salían bien. En vez de buscar
la excelencia de cómo avanzar más y mejor, suprimieron una pata más, dejando el
Insecto con tres, a pesar que la recesión estaba llegando a su fin y empezaba
la recuperación que exigía aumentar la velocidad.
Misteriosamente el Insecto no
daba la talla, no era capaz de competir a pesar de que se habían hecho todas
las reestructuraciones oportunas, una reingeniería de procesos y un plan de
disminución de costos íntegro. Los resultados eran negativos, se perdía cuota
de mercado de forma acelerada y el comité
de aplausos se reunió de nuevo.
-Señores dijo el director
general, creo que sobran las palabras y debemos pasar a la acción sin demora.
-Me adhiero expreso el
presidente, ya sabemos todos que hay que hacer.
Como todos ya imaginan, el
insecto volvió a perder otra pata. Gracias a la política de reducción de
costos, el Insecto con sus dos patas se arrastraba tratando de dar lo mejor de
sí. Esfuerzo inútil. La competencia seguía
con más ventaja y hasta las empresas más grises del sector lograban superarles.
Los resultados eran críticos, no había ventas suficientes para soportar la
empresa. Solo cabía una última acción antes del desastre: ¡Dejar el Insecto con
una sola pata!, así aguantarían los costos unos meses más y, mientras, tanto,
se intentaría tomar otras acciones.
Hubo que afrontar la verdad.
Reunido el comité de Dirección ante la
junta de accionistas manifestaron lo siguiente:
-Queremos revelar la falta de
vitalidad de esta firma, dado que el Insecto ha demostrado ser absolutamente ineficaz y con un rendimiento decepcionante, a pesar
de todos los medios que se han puesto una y otra vez. Su actitud negativa y
falta de colaboración han sido manifiestos, así que sugerimos eliminar esta
sección de negocio, pues está claro que es un mercado muy difícil, que no da
para todos, y con esta estructura inoperante no se puede competir.
El Insecto murió de hambre, y los directivos fueron reasignados
en otra compañía del grupo que atravesaba una difícil situación y necesitaba
“Expertos” en reingeniería y reestructuraciones especiales oportunas.
Hasta pronto
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