La mejor inversión que puede hacer un auditor no es el oro, ni la plata o piedras preciosas, sino el conocimiento. El mercado laboral es altamente competitivo, casi que un combate cotidiano. Seamos prudentes, busquemos nuestro perfeccionamiento profesional a través de libros, profesores idóneos o nuestros compañeros de trabajo sobresalientes, consigamos salir bien librados de esta competencia que admite los atajos y zancadillas.
Los últimos días del año son ventajosos
para hacer un balance personal; un inventarios de luces y sombras. Verificar
con sinceridad si hemos avanzado y mejorado en nuestra vida profesional o si
nos hemos empobrecido.
Para un buen inventario personal cuestione:
¿Qué maestros he venido
siguiendo?
¿Cuál fue el último curso que hice?
¿Cuál fue el último libro que leí?
¿Cuál fue la última conferencia que asistí?
¿Recuerda la última vez que pidió asesoría o consejo a una persona docta o
recurrió a la asistencia de un coach?
De acuerdo con el resultado
planee estrategias, medios y metas. Solo de esta forma se harán cambios reales.
Las promesas comunes el último día del año serán vanas, serán solo palabras.
En la vida profesional el auditor
debe reciclar y actualizar permanentemente sus conocimientos.
Deje de hablar y comience a actuar y hacer
Deje de hablar y comience a actuar y hacer
Hasta pronto.
Bienvenidos los cambios, porque en ellos está la oportunidad
de mejora, y constituyen la esencia de toda evolución.
El plan adecuado y el trabajo bien hecho son y serán la
mejor garantía para el éxito.
En Dirección si no controlas, descontroladas, no hay término medio. Sin
control, la descoordinación y la fuga de eficacia está asegurada.
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