lunes, 27 de enero de 2020

EL LABERINTO ÉTICO DE LA AUDITORIA INTERNA


Un código de ética para auditores internos parece innecesario. Después de todo, se presume que los auditores internos por vocación o subsistencia viven y respiran moralidad. Su trabajo es sostener la ética y la tranquilidad del orden en la organización.

La mayoría de las veces las respuestas del auditor interno a los asuntos éticos y técnicos dentro de la organización son  automáticos, mecánicos. Sin embargo, cuando surge un nuevo problema, o un aspecto novedoso de un problema antiguo, no es capaz de formular o reconsiderar sus posturas profesionales.

La vida moderna de hoy en día afecta a todo lo que hacemos y somos. Esto significa que nuestra toma de decisiones de índole moral y técnica muchas veces  se ve afectada por las presiones del mundo en que vivimos.

El auditor interno que solamente busca la salida y no entiende el laberinto, y, aunque la encuentre, siempre saldrá sin haber comprendido el contexto en el cual se toman esas decisiones. No vivimos en el vacío, y mucho menos a la hora de enfrentarnos a los problemas éticos y técnicos. La forma de ser del mundo y de la gente es lo que a menudo plantea esas mismas situaciones.

Para salir del laberinto del mundo de la auditoria interna paralizada, solo hay una puerta, está dentro de cada auditor, la consciencia.

Todo auditor interno debe ser consciente –despertarse-,  ser un caballero, comprometido, activo, benevolente, honrado, respetuoso, humilde, paciente, valiente, templado, diligente, laborioso, auto-motivado, libre, leal, eficaz, responsable, organizado y saber comportarse en cualquier parte.

Cuando un auditor interno es consciente no necesita que la élite automatizada fije códigos éticos rígidos de conductas, principios, valores o normas mecanizadas, que muchas veces no se sabe si es una guía o una meta.

Si hay consciencia las cosas se hacen y su labor de auditor interno es hacerlas bien en el menor tiempo posible, e ir más allá de las responsabilidades del cargo.

Auditor interno: De mucho más, agréguele a su cargo su toque personal de caballero  y hágalo grande. Para ser un auditor ético, hay que tener consciencia, conciencia, limpieza de pensamiento, sentimiento, cuerpo, relaciones y acciones.

Para tener calidad humana, hay que ser un señor, el mundo de la auditoria necesita muchos  caballeros éticos de verdad.


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