La palabra humor deriva del griego humus y era empleada por los griegos para referirse a humores o fluidos que llegan al cuerpo humano y nos mantienen vivos. Según tratados de medicina, la salud procede del equilibrio sobre estos fluidos y el concepto buen humor está ligado al de equilibrio.
El buen humor nos mantiene dentro de la zona de ánimo positiva. En esta área equilibrada y centrada entre ambos extremos, es donde nos encontramos más inclinados a una relación
adecuada con la realidad, algo conocido como sentido común.
Si un auditor disfruta del buen
humor esto le permite vivir de acuerdo a la realidad. La mayoría de los auditores queremos llegar a
los 100 años, pero nadie quiere ser viejo. Ante esta situación, el buen humor
aporta algo que es muy escaso: un pensamiento positivo que nos hace ver las cosas
tal y como son y no siempre como queremos que sean. El humor genera la obvia consideración de que
nadie llega a viejo siendo joven.
El buen humor origina como
resultado:
- Poder lidiar con la realidad, unas veces positivas y otras negativas. El buen humor como el Aiki-Do, no cambia la realidad de las cosas, sino que permite aplicar la sinergia a la resolución de conflictos, no hay resistencia u oposición a la idea del otro, solamente se quiere saber más, observar al oponente y descubrir que siente que piensa, como actúa, su sinergia y cuando se puede jugar con ello, cambiar la situación;
- Estimula la apertura a la experiencia, un sentimiento de sentirse a gusto con uno mismo, un pensamiento adecuado y consciente, dialogo interno objetivo y relativamente positivo;
- Da consciencia, para darse cuenta como uno siente, piensa y actúa;
- La buena toma de decisiones conscientes sobre hechos y actitudes en la relaciones de equipo que se convierten en más maduras, gratificantes y examinadas.
Quizás no lo crea, esto es tan
sencillo que puede cambiar sorprendentemente su punto de vista y enormemente su humor.
Descubra su propio sentido del humor:
Un avezado auditor, explorador del campo de los abogados e
ingenieros, tenía un solo par de zapatos pidió al zapatero que
se los reparara mientras él esperaba.
-Es hora de cerrar, le dijo el
zapatero, de modo que no puedo reparárselos ahora, ¿Por qué no viene usted
mañana a recogerlos?
-No tengo más que este par de zapatos y no
puedo andar descalzo.
-Eso no es problema: le prestaré
a usted hasta mañana un par de zapatos usados.
-¿Me está hablando a mí? ¿Usted
no sabe quién soy Yo? ¿Por quién me ha
tomado? Soy un experto dijo en forma altanera.
-¿Y qué inconveniente tiene
usted, que es grande, poderoso, inmenso, en llevar en los pies los zapatos de
otro cuando no le importa como experto llevar las ideas de otros profesionales
en su cabeza?
Hasta pronto.
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