sábado, 6 de abril de 2019

EL FUTURO DE LOS AUDITORES Y LA ECONOMÍA GLOBAL DEL CONOCIMIENTO


Con la globalización de los esquemas financieros y contables,  el organismo internacional  –IASB-  buscó satisfacer los objetivos de la información para la toma de decisiones del inversor de mercados financieros. Las Normas Internacionales de Información Financiera –NIIF- se regularon para entidades de un sistema capitalista en donde prima la individualidad sobre la colectividad.  En algunos países emergentes  la información financiera ya  está  en lenguaje  internacional. Sin embargo,  falta crear  condiciones de confianza de inversión para evitar ser atractivos  únicamente para  inversionistas extranjeros de capital golondrina, que  afectan gravemente la economía.

En la economía global del conocimiento,  las naciones que más crecen y que más reducen la pobreza, son las que producen innovaciones tecnológicas. Hoy en día, la prosperidad de los países depende cada vez menos de los recursos naturales y cada vez más de sus sistemas educativos, sus científicos y sus innovadores. Los países más exitosos no son los que tienen más petróleo, o más reservas de agua, o más cobre o soja, sino los desarrollan las mejores mentes  y exportan productos con mayor valor agregado. Un programa de computación exitoso, o un nuevo medicamento, o un diseño de ropa novedoso valen más que toneladas de materias primas. No es casualidad una empresa como Apple valga el 20% más que todo producto bruto de Argentina y más del doble del producto bruto de Venezuela. –Andrés Oppenheimer-

La globalización,  la economía global del conocimiento, la era de la automatización,  van de la mano, esto obliga al auditor a cambiar su mapa mental tradicional y saltar con su creatividad a la industria del conocimiento para generar valor y riqueza por medio de su transformación a información. Esto implica educación de calidad en finanzas, investigación y desarrollo, alta tecnología, informática, telecomunicaciones, robótica, competencias digitales tales como: liderazgo en red, visión estratégica, gestión de la información, comunicación digital, trabajo en red, aprendizaje continuo y  orientación al cliente. Esto no indica que el auditor tenga una metamorfosis y se convierta en un experto ingeniero de hardware o un maestro en electrónica digital, solamente se requiere reinventarse, es decir,  tomar consciencia y adquirir aptitudes digitales.

Es una realidad, que los países emergentes todavía mantienen la mentalidad cosificadora  de la edad industrial, donde el principal activo y los principales impulsadores de la prosperidad económica son  las máquinas y el capital; cosas. “La gente es necesaria pero reemplazable. La Era Industrial nos dio la creencia de que todo lo debemos controlar y dirigir a las personas. Nos dio la noción de contabilidad, que contempla a las personas como gastos; las maquinas se registran en el balance  como una inversión. Todas estas prácticas y muchas más proceden de era industrial, de trabajar con trabajadores manuales –trabajos de rutina o  repetitivos. El problema es que los directivos de hoy día siguen aplicando el modelo de control de la era industrial a los trabajadores del conocimiento”.- Stephen R. Covey  El 8 hábito-. Por el contario, los trabajadores de la Era global del  conocimiento son personas cuya labor principal consiste en la aplicación del saber que han acumulado mediante el estudio o la experiencia a la realización de proyectos creativos y productivos, es decir, saber qué información necesita y saber cómo aplicarla.

En efecto, en la Era global del conocimiento, la inteligencia artificial –algoritmos y big data- están reemplazando el trabajo repetitivo y rutinario por procesos lógicos con máquinas-robots-.   Algunos auditores ponen en tela de juicio no razonando esta conjetura  de que en el futuro el auditor  será reemplazado por un hardware –Idea auditoría, ACL, CAAT´s, u otro componente, artefacto o dispositivo capaz de dotar cualquier sistema /informático /funcional de alto rendimiento que no piensa-- objetando que siempre se necesita de un ser humano para cualquier auditoria ya que requiere de juicio profesional –Es empírico, ya que a medida que el trabajo se divide en pequeñas partes, muchas tareas resultantes son rutinas basadas en procesos- , creatividad contable -Quizás el auditor ya este superado por los algoritmos,  e inteligencia emocional –la maquina no imita el razonamiento humano.

De otra parte, toda esta automatización tiene beneficios para los empresarios ya que se reduce los costos del servicio profesionales que se han automatizado. En la era industrial una entidad con un gran volumen de actividades necesitaba contratar un contador, asesor tributario y una auditoria externa con honorarios elevados. Algunos empresarios internacionales aseguran que el conocimiento que obtenían de estos servicios era mínimo, porque no entendían los informes internos y externos.

Un estudio realizado en la universidad de Oxford en el año 2013, “El futuro del empleo” elaborado por los investigadores –Michael Osborne y Carl Benedikt  pronosticaron que casi la mitad de todos los puestos de trabajo –incluidas las profesiones tradicionales- serán automatizados en un periodo de entre tres (3) o cuatro (4)  décadas. Afirman, además, que se trata de una oportunidad: “Todos tenemos que reinventarnos y perfeccionar lo que nos diferencia de los ordenadores. Mejorar nuestras capacidades únicas e irrepetibles…”.

Hoy en día algunos ilustrados hacen todo tipo de pronósticos sobre Big Data, análisis de datos, automatización, fraudes, se convierten en pseudo-profetas, pseudo-maestros, pseudo guías; que predicen sobre cómo será el futuro de los auditores, pero lo único en lo que estamos todos de acuerdo es que  va a ser diferente.

 ¡Ay de  los auditores que digan que debemos seguir haciendo lo que estamos haciendo ahora no les va ir muy bien!, los cambios son inevitables y hay que tener una mente creativa y abierta a todo.

Hasta pronto.





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