Renunciemos a imitar a los demás, seamos nosotros mismos. Hoy decidamos no volver a imitar a los demás. Siempre debemos reconocer nuestras capacidades y entender que a su manera serán recompensadas, sin necesidad de envidiar a nadie.
En
una aldea muy lejana, un campesino tenía un perro y un asno. El perro era muy
inteligente y juguetón; el asno era trabajador aunque un tanto torpe. El perro
era el consentido de su amo y ambos tenían una amistad inseparable que se
llenaba de mucha alegría con tantos juegos y tantos cariños que se hacían. El
amo también quería mucho a su asno y siempre después de mucho trabajar, le daba
buena comida y le permitía descansar largos días para retomar el trabajo. Los
dos animales tenían todo el cariño de su amo y cada uno a su modo le sabía
responder muy bien.
Habitualmente, cuando el campesino salía de casa, llegaba con
golosinas para darle a su perro, con el fin que verle mover su cola y hacer
saltos por toda la casa. El asno empezó a sentir mucha envidia y empezó a
buscar la forma para también sorprender a su amo.
Un
día mientras observaba y envidiaba, lo
que su amo hacía con el perro, el asno se dijo a sí mismo: – ¡Le premia por
verle mover la cola, y por unos cuantos saltos le colma de caricias! ¡Pues yo
haré lo mismo, lo voy a imitar! Cuando vio que su amo se acercaba al lugar en
donde estaba, corrió saltando como el perro, pero por su fuerza le dio tremenda
coz a su dueño, quien muy furioso y adolorido, lo envió apaleado a la pesebrera.
Ese
día el asno se dio cuenta de que no todos están hechos para hacer lo mismo,
cada uno tiene una capacidad que lo hace especial en este mundo. Él a pesar de
no poder saltar y hacer trucos como el perro, siempre había sido premiado por
su esfuerzo y su trabajo, nunca antes había sido castigado, hasta que quiso ser
lo que no era.
En
la fábula del “El asno y el perro”, algunos auditores son como el asno, que
viendo las caricias que le hacen al perro,
lo imitan para recibir también de
su dueño su ración de caricias, pero, lo que obtienen es una
paliza.
Hasta
pronto.
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