Un
cirujano operó a un contador y como no
halló ningún órgano malo le extirpó la consciencia para
justificar la operación. Así le pudo cobrar sin ningún remordimiento. Pasado el
tiempo el enfermo sanó y le pagó al cirujano. Ya sin consciencia el paciente se hizo un brillante auditor, y ganó muchísimo dinero.
Cuantos
colegas están hoy deslumbrados por el dinero, la riqueza. Actúan sin ética, sin
transparencia porque tienen mala
consciencia.
Tal
vez despierten y vean que es un pésimo negocio cambiar por pesos la paz
interior, el amor y el hogar. Sin ver y reconocer al Ser Humano toda profesión contable
se viste de ruina e infelicidad.
La
avaricia es el apego excesivo al dinero. En la búsqueda del éxito, esa inconsciencia adquiere un contorno más amplio y se refiere a cualquier relación
enfermiza con el dinero, sea por darle mucho valor o despreciarlo.
La
riqueza y pobreza quizás no sean sinónimos de felicidad o infelicidad. Más malo que ser pobre es ser rico sin estar preparado. Si no se orienta la profesión por
principios, valores y madurez habrá desequilibrio emocional para sortear con
el éxito y la riqueza.
En
conclusión, concentre sus energías en el trabajo y en las ambiciones positivas,
trabaje por todo lo que desea, sin permitir tener resentimientos por el
esfuerzo que tenga que hacer y mucho menos por lo que los demás poseen.
Desarrolle una relación sana con el dinero, evitando ser tacaño, codicioso, descuidado o derrochador. Tenga principios y valores –madurez- para administrar la riqueza con equilibrio. No enfoque el dinero como la prioridad de su vida y no intente enriquecerse de cualquier modo, valiéndose de actitudes deshonestas.
Desarrolle una relación sana con el dinero, evitando ser tacaño, codicioso, descuidado o derrochador. Tenga principios y valores –madurez- para administrar la riqueza con equilibrio. No enfoque el dinero como la prioridad de su vida y no intente enriquecerse de cualquier modo, valiéndose de actitudes deshonestas.
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