sábado, 29 de julio de 2017

EL AUDITOR Y LA INTELIGENCIA EMOCIONAL











La búsqueda filosófica de Aristóteles, en la Ética  a Nicómaco, sobre la virtud, el carácter y la buena vida, su reto consiste en administrar la vida emocional con sabiduría –inteligencia y justicia-. Las pasiones bien ejercidas, son sabias; guían el pensamiento, los valores y nuestra subsistencia. Sin embargo, es fácil que se haga mal, y normalmente es así. Desde el punto de vista de Aristóteles, el problema no es emocional, sino en la conveniencia de la emoción y su expresión.

Afirma Aristóteles –Ética a Nicómaco- que cualquiera puede ponerse furioso…eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma correcta…eso no es fácil.  

La inteligencia emocional consiste en desear usar  nuestro poder para poner a otros en su lugar o para ponerse ellos mismos en el lugar del otro.  La empatía permite tomar conciencia de nuestras emociones, comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones que soportamos en el trabajo, acentúa la capacidad de trabajar en equipo  adoptando una actitud empática y social, que brinda más posibilidades de desarrollo personal y profesional.

Como auditores debemos comprender los programas de la ciencia de YO y entender sus principales componentes: Conciencia de uno mismo –observarse-, toma de decisiones personales –consecuencias-, manejo de sentimientos –control de la conversación con uno mismo-, manejo del estrés –entender el valor de ejercicio físico y la relajación-, empatía –sentimientos y preocupaciones-, comunicaciones – saber escuchar y plantear preguntas-, revelación de la propia persona –creación de confianza profesional-, penetración –conocer pautas de la vida emocional-, aceptación de uno mismo – ser una luz positiva-, responsabilidad personal –asumir, reconocer las consecuencias de las propias decisiones y acciones-, seguridad en uno mismo – manifestar sentimientos y preocupaciones sin ira  ni pasividad- y resolución de conflictos  -modelos positivos para negociar compromisos.

Cuando el auditor falla en ver las cosas desde la perspectiva del otro, fracasa en las relaciones personales y profesionales.   Una falta de inteligencia emocional se puede ilustrar con el siguiente ejemplo:

Un hombre que viajaba en un globo se dio cuenta que estaba perdido. Redujo la altitud y alcanzo a ver desde arriba a una mujer. Descendió un poco más y gritó “disculpe” ¿Me puede ayudar? ¡Le prometí a un socio que me encontraría    con él hace una hora, pero no sé dónde estoy! La mujer respondió desde abajo: Usted está en un globo de aire caliente que flota a unos 20 metros de altura de la tierra. Se encuentra entre los 40 y 41 grados de altitud norte, y los 59 y 60 grados de longitud oeste. Usted debe ser ingeniera, exclamo el navegante, si ¿cómo lo supo? Todo lo que me ha dicho suena técnicamente correcto, pero no sé cómo usar la información que me dio, y el hecho es que sigo perdido. Honestamente, no me ha ayudado mucho que digamos, sólo ha retrasado mi viaje. Contesto el piloto. La mujer respondió desde abajo “usted debe ser Chief Executive Officer”, lo soy dijo el navegante en forma petulante, pero, ¿cómo lo supo? La mujer respondió: Mire, usted no sabe dónde está ni  para dónde va. Ha llegado a esa posición alta en que ésta gracias a una gran cantidad de aire caliente. Ha hecho una promesa que no tiene ni idea de cómo cumplir, y espera que la gente que está debajo de usted le resuelva sus problemas. El hecho es que se encuentra en la misma posición donde estaba antes de tropezarse conmigo, pero de algún modo, se las ha arreglado  para echarme a mí la culpa.

Auditor: ¿Se sumerge en conflictos con otros funcionarios como resultado de ver las cosas de un modo mientras que su oyente las ve desde otro punto de vista? Medítelo.

La verdad os hará libres. La mentira  creyentes.

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