Había
dos monasterios, uno a cada ribera de un río. Un perro, solía esperar el sonido
de las campanas que le anunciaban cuando había comida para él y corría hacia
ese monasterio. En una ocasión, se encontraba nadando en medio del río y las
campanas de ambos conventos empezaron a sonar alternativamente. El perro nadaba
hacia un lado y luego hacia el otro, devolviéndose reiteradamente según el
sonido de las campanas, pero sin decidirse por ninguno. Al poco tiempo, sus
fuerzas flaquearon, la corriente lo arrastró y murió ahogado.
Así
como el perro, una firma, un auditor
pueden caer en la engaño de atender varias señales al mismo tiempo; sin embargo en algún momento habrá que tomar decisiones y fijar un camino. En una cultura de excesiva indecisión, facilismo, indisciplina, verbalismo, legalismo, insolidaridad, pesimismo, envidia, alcoholismo, engaño, corrupción, violencia, robo e impunidad como la
nuestra, todo se asemeja a estar en medio del río; es un desgastante emocional que quizás ponga la firma en una
situación de crisis, por falta de sabiduría.
El
perro murió, al presumir que no había razón para elegir uno de otro. Si hubiera
elegido cualquiera de los dos su elección hubiera sido irracional, porque de pronto lo más racional era no hacer nada,
sin embargo las consecuencias para él fueron siniestras. En la vida práctica
parece que en algunas situaciones difíciles es mejor hacer algo aunque no sea siguiendo
una elección racional.
Moraleja:
Si para exponer un fenómeno determinado tenemos dos o más hipótesis, lo más
razonable es aceptar la más simple, es decir, la que presenta menos supuestos
no probados. Efectivamente, si dos o más explicaciones están en igualdad de
condiciones, no se debe tener en cuenta una explicación complicada si existe
una más simple.
Imaginemos por ejemplo que está leyendo este artículo desde un computador portátil, usando
como fuente de alimentación la batería de la misma. Se levanta y al rato cuando
regresa, descubre que está apagado. Quizás lo lógico es pensar que la batería se haya
agotado, antes que juzgar que haya habido una avería o que alguien lo haya
apagado. Es la explicación más sencilla,
seguramente la más correcta.
Un
auditor con sabiduría simplifica todas las áreas de su vida. No dude, en los
problemas difíciles pregúntese: ¿De qué manera puedo simplificar esta
situación?
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