jueves, 26 de diciembre de 2019

LA INCERTIDUMBRE DEL AUDITOR ES EL PRINCIPIO DE LA SABIDURÍA


Había dos monasterios, uno a cada ribera de un río. Un perro, solía esperar el sonido de las campanas que le anunciaban cuando había comida para él y corría hacia ese monasterio. En una ocasión, se encontraba nadando en medio del río y las campanas de ambos conventos empezaron a sonar alternativamente. El perro nadaba hacia un lado y luego hacia el otro, devolviéndose reiteradamente según el sonido de las campanas, pero sin decidirse por ninguno. Al poco tiempo, sus fuerzas flaquearon, la corriente lo arrastró y murió ahogado.

Así como el perro, una firma,  un auditor pueden caer en la engaño de atender  varias señales al mismo tiempo; sin embargo en algún momento habrá que tomar decisiones y fijar un camino. En una cultura de excesiva indecisión, facilismo, indisciplina, verbalismo, legalismo, insolidaridad, pesimismo, envidia, alcoholismo, engaño, corrupción, violencia,  robo e impunidad como la nuestra, todo se asemeja a estar en medio del río; es un desgastante  emocional que quizás ponga la firma en una situación de crisis, por falta de sabiduría.

El perro murió, al presumir que no había razón para elegir uno de otro. Si hubiera elegido cualquiera de los dos su elección hubiera sido irracional, porque  de pronto lo más racional era no hacer nada, sin embargo las consecuencias para él fueron siniestras. En la vida práctica parece que en algunas situaciones difíciles  es mejor hacer algo aunque no sea siguiendo una elección racional.

Moraleja: Si para exponer un fenómeno determinado tenemos dos o más hipótesis, lo más razonable es aceptar la más simple, es decir, la que presenta menos supuestos no probados. Efectivamente, si dos o más explicaciones están en igualdad de condiciones, no se debe tener en cuenta una explicación complicada si existe una más simple.

Imaginemos por ejemplo que está leyendo este artículo desde un computador portátil, usando como fuente de alimentación la batería de la misma. Se levanta y al rato cuando regresa,  descubre que está  apagado. Quizás lo  lógico es pensar que la batería se haya agotado, antes que juzgar que haya habido una avería o que alguien lo haya apagado.  Es la explicación más sencilla, seguramente la más correcta.

Un auditor con sabiduría simplifica todas las áreas de su vida. No dude, en los problemas difíciles pregúntese: ¿De qué manera puedo simplificar esta situación?








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