lunes, 20 de mayo de 2019

LA ANTIGÜEDAD EN UNA FIRMA NO ES UN GRADO


“Un empleado con muchos años en una importante organización se acercó al gerente y le dijo: 

-Señor García, quería comentarle un tema que creo que no es justo. Se nos ha anunciado una restructuración y ¿Por qué Ana, que lleva poco más de un año en la empresa gana ya más que yo, si tenemos un puesto equivalente y yo llevo casi veinte años aquí? Considero que es un error.

-El gerente lo miró unos segundos sin responder, alzó la vista  y tras la ventana de su despacho le dijo:

-¿Ves ese barco que ésta llegando al puerto? Acérquese y hable con ellos, por si tienen algo que nos interese.

Una hora  más tarde el empleado regreso:

-He hablado con uno de los marineros y me han dicho que tienen la bodega llena y están de regreso a su lugar de origen, aquí sólo  van hacer una parada para descansar.

García le contesto:

-Vaya y entérese si estarían dispuestos a vender su carga.

Unos minutos más tarde el leal empleado volvió de nuevo.

Lo veo difícil, me ha dicho que tienen un comprador en su pueblo y que paga muy bien.

El dueño comento:

Entérese cuál es la oferta que tienen  y por cuánto estarían dispuestos a vender.

-Bien, lo intentaré, pero tendrá que ser después de comer, porque se marcharan ya a la cantina.

Esa misma tarde el empleado volvió y le trajo a García nueva información.

-Dice que se lo compran a veinte, y que consideran que es un buen precio. Si queremos  la mercancía tendríamos que mejorar la oferta.

-Bien, y ¿Tú cuál crees que sería una buena oferta?, le pregunto García.

-Yo les ofrecería veintitrés de entrada, y a partir de ahí  entraría en el tire y afloja de siempre, pero en ningún caso pasaría la oferta final de veintiséis. De todas formas no los veo muy receptivos, ya sabe, no son los habituales de este puesto y eso se nota.

-¿Te atreves a intentar cerrar un trato con ellos?

-Hombre, señor García, atreverme por supuesto. Mañana a primera hora me acerco a negociar con ellos, si aún están aquí, porque tienen mucha prisa en volver a casa.

El dueño le pide al empleado que se siente y sin decirle nada más manda llamar a Ana, que empezó a trabajar en la organización al quedarse viuda, tras el naufragio del barco de pesca del que su marido era capitán.

 -Ana, ¿Ves ese barco anclado en el puerto?, acércate y habla con ellos, por si tienen algo que nos interese

Ana salió del despacho y el empleado replicó:

-Jefe, si ya lo hecho yo, ¿para qué otra vez a Ana?, el dueño  le hizo callar con un gesto, indicándole que esperara. Poco más de media hora más tarde regresó Ana, y le dijo:

-Tienen las bodegas llenas, me empeñe en hablar con el capitán y me ha dicho que vuelven a puerto, que sólo han parado a descansar. Le he preguntado que en cuanto se lo compran, y me ha dicho que tienen un comprador en su pueblo que lo paga a veinte. Como querían cenar temprano para madrugar y zarpar al amanecer, los he llevado al Mesón del Ancla, que no lo conocían y está mucho mejor que la cantina. Allí mientras pedían, le he igualado la oferta , y  le he dicho que le compramos su pesca  manteniendo los veinte, lo descargamos todo esta misma noche, y así mañana parten con las bodegas vacías, con lo que podrán llegar  un día antes a casa, sin tener que ocuparse de la venta y además ahorrando combustible. Me ha dicho que si cerramos el negocio antes de que se acuesten, que vale. De regreso he hablado con los muchachos del almacén, y me dicen que podrían tener una cuadrilla para descargar el barco  esta misma noche. Creo que es un buen negocio, y me ha dicho el capitán que si todo sale bien, estarían dispuestos a traer aquí la mercancía  a partir de ahora, porque este puerto les viene mucho mejor para su ruta. ¿Está bien, jefe?

García miró al empleado una sola vez, giró su cabeza y le dijo a Ana:

Buen trabajo, se nota que conoces bien a los marineros. Diles a los chicos que descarguen y al capitán que yo mismo le acercaré el dinero y le invitaré a una copa para charlar del futuro.

Ana salió velozmente del despacho, y el dueño se dirigió al empleado:

-Perdone, con este trajín he olvidado lo que me comentaba esta mañana, ¿De qué se trataba?

El empleado, aún inconsciente, tan sólo dijo:

-Bien señor, espero que haga valer mi antigüedad en la organización a la hora de la reestructuración.

Y el dueño  respondió a Vladi:

-Espero que sea usted el que haga valer esos años de experiencia, su rendimiento no está en mis manos, sino en las suyas, por mi parte estaré encantado de volver a tenerle entre los mejores si así lo merece. Buenas tardes.” –Tomado: Paco Muro-


La antigüedad en una organización no es un grado. El talento, el rendimiento y la eficacia profesional, sí. Que desánimo y desaliento siente un gerente que necesita colaboración de un equipo de trabajo entusiasta y se queda estupefacto ante la pereza, la falta de espíritu de sacrificio,  de iniciativa, de energía y de perseverancia de sus colaboradores, para llegar a término la ejecución de las tareas que cada uno debe cumplir.
   
Por todas partes se ve flotar la tosquedad, la desatención, la despreocupación, la indiferencia. Esta parece ser la regla general en el obrar de muchos empleados.


Hasta pronto.



¿Cómo empezó a resolver este enigma? ¿Tuvo en cuenta la antigüedad del auto? ¿El tiempo a la licencia para caducar? ¿Le sirvieron de algo los datos de los desperfectos del vehículo? ¿Ya sabe la edad del camionero? ¿Y qué pasa si le digo que no tiene que hacer ninguna cuenta ni ninguna deducción; Solo tiene que leer atentamente el problema?

Recuerde que atención y memoria son dos funciones en permanente interrelación y dependientes una de la otra. Por eso este ejercicio es excelente para estimular la primera fase de nuestra memoria: La fijación.

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