El IESBA
(International Ethics Standards Board Of Accountants), un consejo de la IFAC en
búsqueda del fortalecimiento de la profesión emitió el Código de Ética para Profesionales de la Contabilidad
relacionando normas de altas calidades profesionales y otros pronunciamientos para que sean utilizados por los especialistas
de la contabilidad en todo el mundo. Los encargos de auditoría son de interés público, y en consecuencia el
código de ética IFAC y la NIA 220 exigen
que los miembros del equipo de auditoría, las firmas y las redes sean independientes del cliente, es
decir, tienen que presentarse imparciales frente al cliente, ya que de no ser
así faltaría la objetividad
necesaria para la confiabilidad de su
trabajo, sin importar su excelencia en su habilidad técnica. El termino
independencia exige una actitud de imparcialidad legal que reconoce la
obligación de honradez intelectual y justicia con sus clientes, acreedores y
otros usuarios como accionistas y
proveedores.
La independencia
advierte una actitud mental que permita expresar una conclusión sin influencias
que comprometan el juicio profesional, permitiendo que un auditor actué con
integridad, objetividad y escepticismo profesional. Además, requiere una
independencia aparente, evitando hechos y circunstancias que son tan relevantes
que un tercero con juicio y bien
informado, apreciando todos los hechos y circunstancias específicos, probablemente
concluirá que la integridad, la objetividad o el escepticismo profesional o del
miembro del equipo de auditoría se han visto comprometidos.
El marco conceptual
IFAC se aplica con el fin de identificar
las amenazas tales como: de interés propio, de auto revisión, de abogacía, de familiaridad y de intimidación
en relación con la independencia, evaluar la importancia de las amenazas que se han identificado y si
es necesario, aplicar salvaguardas instituidas por la profesión o por
disposiciones legales o salvaguardas en el entorno del trabajo para eliminarlas
o reducirlas a nivel aceptable, si no se logra minimizar el origen de estas
amenazas el profesional puede poner fin al encargo de auditoría.
Es
hora de indagar si se practican realmente estas normas de carácter público, ya que algunas partes interesadas han
mostrado su preocupación en relación con la eficacia y valor agregado de las
auditorias en el ambiente empresarial actual. Cuando se acepta la opinión de un
auditor, se da por sentada no solamente su calidad moral y ética, sino también
la certeza de que actúa como un verdadero experto en la materia, es decir, el
examen y resultados que emite son confiables.
Es increíble que empresas públicas y privadas a nivel nacional e
internacional lleven más de 10 años sin cambiar de auditor. La tendencia
general es cuanto mayor es la empresa menor será la frecuencia de cambio,
presentándose amenazas de familiaridad,
abogacía y intimidación debido a una relación prolongada o estrecha con un
cliente o con la entidad para la que trabaja, el profesional de auditoría se
muestra demasiado afín a sus intereses o
acepta con demasiada facilidad su trabajo. Son situaciones que son
incompatibles con las normas IFAC y NIA 220 que serian deseables en materia de
independencia. Por más que los principales socios auditores roten con
regularidad, todavía persiste la amenaza de familiaridad.
Es conveniente proyectar
la rotación obligatoria de las firmas de auditoría y no solo de los socios auditores.
Rotar firmas y socios promueve y mantiene el dinamismo y objetividad del
mercado de auditorías. Los auditores emiten un dictamen independiente sobre la
salud financiera, administrativa y operativa de la entidad, lo ideal sería que no tuvieran ningún interés comercial, ni prestar servicios distintos de la
auditoria, además, ser firmas de
auditoría pura con funciones similares a
una unidad de inspección y vigilancia.
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